Conversatorio: Influencia de la fotografía en la interpretación de la obra arquitectónica - MAE
Conversatorio Influencia de la fotografía en la interpretación de la obra arquitectónica. Realizado en el Museo Archivo de Arquitectura del Ecuador - MAE, como parte de la exposición: "La Modernidad, miradas contemporáneas desde Latinoamérica", que fue parte de los eventos paralelos de la XXI Bienal Panamericana de Arquitectura de Quito, 2018
Moderador:
Rómulo Moya (Ecuador) arquitecto y editor Revista Trama
Participantes:
Rafael Gamo (México) fotógrafo de arquitectura
Onnis Luque (México) fotógrafo de arquitectura
Sebastián Crespo (Ecuador) BICUBIK fotografía de arquitectura
Andrés Fernández (Ecuador) BICUBIK fotografía de arquitectura
Rómulo: Buenas noches con todos y todas, es para mí un gran honor compartir este espacio con fotógrafas y fotógrafos latinoamericanos para conversar de un tema tan apasionante como es la fotografía y la arquitectura. Para comenzar, yo simplemente voy a lanzar unos temas y vamos a ir construyendo una conversación entre todos. Ciertamente hay un hecho que es trascendental para todos los que hemos estudiado arquitectura en el mundo, primero estudiábamos arquitectura a través de los dibujos, esa era la forma de representación de la arquitectura, luego, con el advenimiento de la fotografía, en todas las universidades del mundo, en todas las escuelas de arquitectura, y además toda la gente que estaba interesada en la historia del arte, empezamos a conocer el mundo, a recorrerlo, a través de las imágenes que captaban fotógrafos especializados. Y en ese transcurrir de estudiar la arquitectura fuimos amando a unos proyectos y odiando a otros, fundamentalmente por la forma en la que cada fotógrafo nos contaba el proyecto. La idea principal es que la fotografía, como una forma de representación, en algunos casos trasciende la mera representación para convertirse en sí misma en un hecho poético; que interfiere, absolutamente, en nuestra mirada, una vez que el fotógrafo captura un edificio, este edificio nunca más vuelve a ser el mismo para nosotros. Nosotros empezamos a vivir una experiencia con esa obra. Con esta pequeña introducción, la idea es que nos cuenten ¿cómo es la aproximación que hace cada uno de ustedes con el objeto arquitectónico? Es decir, ¿cómo se produce la relación entre el fotógrafo y el objeto que va a captar?
Rafael: Me gustaría contestar que siempre es como esta iluminación poética, a donde uno llega. Pero bueno, también la realidad entra en juego y los tiempos son lo que son. Para mí hay dos cosas que creo fundamentales para acercarme a un proyecto: la luz, y cuando se puede, la interacción con los habitantes o usuarios, el ser humano. Entonces, llegar a un proyecto y entender la luz -regresando al tema del tiempo- tratar de tener un esquema mental rápido de saber qué quiero hacer primero, qué quiero hacer después; es una mezcla entre ir improvisando y este primer esquema mental rápido. Desde el punto de vista del ser humano dentro de la arquitectura, busco ser muy paciente y dejar que las cosas pasen de manera natural: escoger un encuadre, dejar la cámara y empezar, como cazador, a esperar que se alineen los astros y que la gente, los usuarios se vayan colocando, unas veces con más o con menos suerte, pero dejar que estas imágenes se vayan creando por sí solas. Es más un trabajo de espera y de paciencia.
Onnis: En mi caso la aproximación que tengo con el objeto arquitectónico es como muy particular, ya llevo nueve años haciendo fotografía de arquitectura especializándome en eso, y sí he tenido un cambio radical. Es decir, cuando inicié tenía muy poca experiencia y muchas inseguridades. Entonces platicaba mucho con el arquitecto, intentaba, en la medida de lo posible, ir a la obra antes, para intentar hacer esta lectura de la luz y del espacio. Poco a poco me he ido quitando ese tipo de lastres, de la responsabilidad de mostrar el espacio tal y como es, porque la óptica de la cámara es completamente distinta a la del ojo, entonces esa responsabilidad la he ido dejando de lado. Ahora lo que hago es intentar llegar al lugar con los ojos más abiertos, para poder entender el objeto que estoy fotografiando, y sobretodo dejarme llevar por la emoción de lo que voy viendo, intentando también hacer un razonamiento respecto a qué intenciones hubo por parte del arquitecto o del despacho. En lo que más me enfoco es en el encuadre, porque es el único sobre el cual yo realmente tengo control. La luz es algo que no depende de mí, si está nublado, si está lloviendo, o si está soleado; pero el encuadre, sí es el mismo. Además donde creo que más me divierto es encuadrando, haciendo esta edición de la realidad que está frente a mi, intentando captar estos elementos que a mi me emocionan. Finalmente cuando hablamos de que hay una comisión, es decir que tengo un cliente, sí tengo en mente tratar de interpretar las intenciones que hubo desde -el rastrillador iba a decir- en realidad, desde la computadora.
Andrés: En Bicubik, lo que tratamos siempre es hacer un primer análisis del proyecto. Ahora con los medios digitales, intentamos ver cómo está ubicado en relación al sol. Porque la particularidad de la luz aquí, en Quito, es complicada y diferente a lo que se puede presentar en otros países más al norte y más al sur. Tenemos una luz dura, cenital, y a las nueve de la mañana ya tienes al sol muy arriba. Son particularidades a las cuáles uno debe adaptarse. Lo primero es tratar de calcular por dónde va a ser el recorrido del sol, y según eso, ver cuál sería la hora más idónea y cuál sería la mejor manera de acercarse al proyecto de acuerdo a la orientación de las fachadas. Ya en la obra hay una primera fase de exploración, quizá libre, sin trípode, buscando encuadres y viendo qué nos llama la atención del proyecto, para luego poder hacer fotos más formales, pausadas y pensadas. Para nosotros todo va en función de la luz. Yo vengo desde otra rama, el diseño, y quizás el acercamiento es distinto al que tendría un arquitecto. Buscamos detalles de luz y composición. Después hay que ver si el arquitecto lo pensó así o no, pero las fotos que salen son las que nosotros vivimos y sentimos en el momento que estamos enfrentados a la obra.
Sebastián: Complementando lo que dice Andrés, en mi caso, yo primero estudié fotografía y después me fui apasionando por la arquitectura. En el camino fui aprendiendo sobre fotografía de arquitectura. Creo que una cosa interesante de los fotógrafos de arquitectura es que somos de los sujetos que más podemos ver obras en su sitio. Creo que ni los críticos de arquitectura, ni los mismo arquitectos tienen la suerte que tenemos nosotros de ver tantas obras en vivo y en directo. Y algunas veces tenemos la suerte de regresar y ver si esas obras funcionan, o no funcionan. Para mí, que vengo de la fotografía, lo esencial es la luz. En Bicubik algo fundamental que hemos tratado de plantear en nuestras fotos es la relación de la luz con la arquitectura. Igual que un fotógrafo que hace retratos de personas, nosotros retratamos arquitectura, y nos fijamos en esa relación con la luz. A diferencia de hacer una foto en un estudio, generalmente contamos con la luz del sol y la del ambiente. Siento que somos unos cazadores de luz en la arquitectura. A diferencia del fotoperiodismo, que intenta captar el instante exacto de una acción, nosotros tenemos un objeto que no se mueve, por lo tanto tenemos que esperar a las condiciones correctas de luz, donde podamos explorar esas atmósferas, esos instantes. Somos unos cazadores de ese instante de luz en la arquitectura. También está el tema del encuadre y la apreciación personal de cada uno de los fotógrafos de arquitectura. Con Andrés, nos cuestionamos muchísimo sobre nuestra aproximación a la arquitectura. Nosotros tomamos muchas fotos, no estamos contentos con eso, quisiéramos en un futuro tomar menos fotos, tomar las fotos precisas. Pero tenemos una aproximación a la obra, en la cual en el primer momento hacemos una exploración en la que vamos entendiendo los espacios. Muchas veces tomamos encuadres que nos atraen, y pensamos que quizás más tarde la luz generará ciertas sombras que nos gusten más e intentamos ir visualizando los encuadres con la luz. La fotografía arquitectónica demanda muchísima planificación; no es que solamente llegamos al sitio y ya, sino que vamos viendo en que fachadas el sol da en la tarde o en la mañana, de manera que haya más contraste y más sombras, generando mayor sensación de volumen y tridimensionalidad, dentro de lo que el clima permita. Y claro, hay proyectos, como la de esta exposición, donde tenemos la libertad absoluta de proponer y hacer un ensayo personal.
Rómulo: Como común denominador de lo que acaban de decir, se me vino a la mente la definición de Le Corbusier sobre la arquitectura, entre muchas definiciones que tenía, tiene una muy famosa que dice: “La arquitectura es el sabio y magistral juego de los volúmenes bajo la luz”. Y la otra definición que se me vino es una de Mario Bota, grandísimo arquitecto Suizo, que definía la arquitectura como el milagro del hecho poético. Hay algo que quedó saltando entre lo que ustedes han dicho, yo una vez le pregunté a un gran arquitecto ¿dónde está la verdad de la arquitectura? Y sin dudarlo me dijo: “La verdad de la arquitectura está en el espacio”. Sabiendo que el fotógrafo tiene un ojo, una mirada, una cultura a la que responde y tiene una ideología, tiene una estética; me gustaría preguntarles ¿dónde está la verdad de la fotografía de arquitectura?
Onnis: Justamente ese es un tema al que le doy muchísimas vueltas. Cuando me invitan a dar pláticas hablo menos de mi trabajo y mucho más de este tema porque alguna vez en una plática, en la parte de preguntas y respuestas, alguien del público me dijo que yo era un mentiroso, y que no era así la obra. Y tenía toda la razón, porque no es así, y lo que he pensado es que el fotógrafo tiene esta mirada personal, que viene de quién eres. O sea, uno ve de acuerdo a quien es, a sus experiencias: lo que ha comido, vivido, amado, leído, odiado. Todo se llega a un punto en el que eres tú enfrentado a un objeto arquitectónico y cómo lo interpretas y lo haces. En mi caso he ido quitándome lastres, cuando empecé yo sentía una gran responsabilidad por transmitir de manera fiel el espacio, cosa que en mi experiencia es imposible, entonces ya no es mi responsabilidad, ahora intento generar una fotografía que de más bien indicios, como unas pequeñas muestras y guías, si se puede llamar así, para que que vean las fotografías a través de su imaginación, que también es el otro lado de la fotografía. Yo la hago con mi propia historia personal, no es lo mismo la apreciación de mis fotografías, de un ecuatoriano, de un mexicano o de un japonés. Y a la hora de hacer fotografía, no es lo mismo la fotografía de un japonés, de un ecuatoriano, etc. Entonces sí creo que, como me increparon una vez, a veces soy un mentiroso y que la fotografía miente. Considero que la mentira está puesta en la expectativa de que la fotografía te muestre el espacio como es. Si uno se acerca a la fotografía esperando ver el espacio como es, ahí creo que ya hay una discrepancia total, y es cuando se puede llegar a pensar que se miente de alguna manera. En mi caso intento hacer lo mejor que puedo. Dejo que la fotografía, se imprima, se publique, o no, pero yo ya hice lo mío. Y lo estoy tratando de decir lo más humildemente posible, yo hago lo mejor que puedo y la dejo ahí a la interpretación de los demás. Ya lo que interpreten los demás, yo ya no tengo control, así como no tengo control de la luz, ni la mirada o la cultura visual de quien la ve. Entonces trato de hacer una fotografía que sea lo más cercana a lo que yo quiero, porque como soy yo el que está parado frente al edificio, así evalúo yo mis propias fotografías. La posibilidad de conocer un edificio realmente en sus cuestiones espaciales a través de la fotografía es imposible. El hecho de que ahora estemos aquí, y haga un poco de frío y el eco que se escucha, la fotografía no lo va a poder mostrar nunca, entonces ya no lo intento, ya no lo cargo como una responsabilidad. Creo que eso pasa por ejemplo en redes, yo he puesto fotos en Instagram, y se comenta, qué buen proyecto, o qué mal proyecto, y creo que no se puede hacer eso a partir de una fotografía. Ahora mismo en la bienal están juzgando proyectos a partir de fotografías. Sí tienen planos, pero a la final creo que es un juego de dos, un complemento de alguna manera: el ojo del fotógrafo y el ojo del espectador, que en algún momento si se logran conectar, que sería la postura mía, el objetivo es conectar de alguna manera con quien vea la fotografía, y poderle generar, lo que decía antes: una guía, un indicio de por dónde va el espacio. Porque la tridimensionalidad, el espacio, es imposible absolutamente pasarlo a dos dimensiones, y de esa manera yo estoy tratando de librarme un poco. Entonces, la verdad, no sé, está en el aire. Yo tengo mi verdad y a veces estoy satisfecho con ella, pero LA VERDAD -así como en mayúsculas- no sé donde está, no sé si de hecho exista.
Rómulo: La verdad yo tampoco. Como mecánica lo que vamos a hacer es, planteamos el tema y al que le venga mejor pide el micrófono.
Rafael: Yo creo que la verdad justamente de la fotografía de arquitectura está en las mentiras que puede contar, en todas esas sensaciones que no necesariamente están en la arquitectura, pero que puedan inspirarle a la gente. Si una foto buena de un proyecto malo puede inspirar a que alguien más haga un proyecto bueno, ya ganamos algo. Yo trato de que el trabajo que hago vaya un poco más allá de la realidad de lo que estoy viendo. Evidentemente hay un porcentaje muy alto de realidad, porque en la fotografía su punto de partida es la realidad filtrada a través de un lente, de un momento. La fotografía tiene un porcentaje de realidad y tiene un porcentaje de interpretación. Si esas interpretaciones pueden contar otras mentiras, creo que ahí está la ganancia de una buena foto de arquitectura.
Sebastián: Creo que debemos partir de que toda la fotografía es una mentira de la realidad. Siempre estamos haciendo una interpretación de la realidad. Entonces pensar que nosotros a través de nuestra mirada y de nuestro instrumento retratamos una verdad, creo que eso simplemente no existe. Eso es lo lindo de la fotografía y creo que por eso nos dedicamos a la fotografía. Sino sería una cosa completamente mecánica. Los grandes fotógrafos de arquitectura van generando un estilo, van mostrando una forma de ver la arquitectura. En el momento en que nosotros decidimos usar un lente angular o un lente normal, ya va cambiando nuestra percepción. Incluso como en nuestro caso, si decidimos ir a una obra en la mañana, en la tarde, o en la noche. Cuando nosotros hacemos un reportaje arquitectónico, tratamos de documentar con nuestro ojo ese espacio. Nunca vamos a poder retratarlo por completo, sino que vamos a tratar de explicarlo desde nuestro punto de vista. Como dice Onnis, hay fotos que funcionan solas y que pueden ir en la portada de una revista, pero eso no significa que con eso vas a entender el proyecto. Creo que todos los que estamos aquí cuando nos contrata un arquitecto y nos pide hacer un registro de su obra, realizamos una serie de fotografías, donde nosotros, a través de las imágenes, vamos contando como es el proyecto. Podemos tener un cierto control sobre eso, hasta un punto, porque luego el arquitecto va escoger las fotos, y no siempre va a escoger las que a nosotros nos gustan más o pensamos que explican mejor la obra. A mi me pasa muchísimo, especialmente con los arquitectos más jóvenes, que no tienen madurez o experiencia en registrar sus proyectos, y solo les interesa las fotos más espectaculares para el Instagram. Escogen muchas fotos crepusculares, y tal vez se olvidan que para entender una obra se necesita ver como funciona esa obra en las distintas horas del día. Luego hay otros procesos, llegan esas fotos a las editoriales, y hay una segunda selección de la primera que ya hizo el arquitecto. Decir que pueda existir una verdad de ese proyecto, es completamente irreal. Además depende también del observador. Creo que esto pasa incluso si vas a visitar el proyecto, depende del día, también pasa que con el tiempo los proyectos van cambiando. Suele suceder en las bienales que el arquitecto manda las fotos más bonitas, incluso presentan las perspectivas donde no se ven las fallas o errores, y hay proyectos que con el tiempo se deterioran muchísimo o no funcionan, o la gente no se apropió de ellos, y pasa que hay proyectos que ganan bienales y luego de dos años esos proyectos ya no están en las condiciones óptimas. Creo que no se puede hablar de una verdad de la arquitectura a través de la fotografía. Siempre va a haber un tema de selección, edición y apreciación donde intervienen muchos actores.
Onnis: Sebastián y yo empezábamos la charla hablando sobre la trascendencia que tiene la imagen, porque en un altísimo porcentaje el acercamiento a las obras construidas es a través de fotografías. Platicábamos que hay una especie de poder sobre la obra, la mayoría de las veces lo que trasciende es la fotografía. La obra está en algún lugar, está en alguna realidad, pero hay otra realidad que no creo que sea como una copia, que es la fotografía, donde el edificio termina siendo una fotografía. Uno de los ejemplo más claros: una fotografía de Julius Shulman de la Case Study #22, en la cual la fotografía ha trascendido mucho más que la obra. La gente puede decir esta foto ya le he visto, pueden hasta ubicar a Shulman, pero si les pregunto si pueden hacer un esquema de la casa, casi nadie puede, es decir que la fotografía trascendió a la obra. Eso sucede en muchos casos, la imposibilidad de ir a conocer las obras físicamente terminan convirtiéndose en fotografía, y al final, sin jactarnos de eso, pero quienes editamos los edificios, y entre todos los actores terminamos editando una obra. Los objetos arquitectónicos terminan siendo editados desde la fotografía, pasando por la edición y hasta que la revista lo publica. Eso tiene una trascendencia vital, porque más allá de que una obra trascienda en los usuarios y habitantes, más allá del gremio, trasciende a través de fotografías, y eso creo que es algo importantísimo dentro del medio en el que nos manejamos nosotros.
Andrés: Volviendo a tu punto inicial sobre cuál es la verdad en la fotografía, yo creo que hasta cierto punto las fotos arquitectónicas terminan siendo su verdad, porque terminan siendo el retrato de la obra en ese instante. Intervienen varios factores, el clima, la atmósfera, o si hubo o no gente, entonces termina siendo la realidad de ése instante, no necesariamente la realidad de la obra, pero la fotografía si es la verdad de ese momento y de esas condiciones.
Rafael: Filtrada por una decisión de qué dejar fuera y qué no, qué disparar y con qué óptica. O sea hay un porcentaje que es la verdad física pero también es una verdad filtrada.
Rómulo: Sí hay verdad en la fotografía. Yo voy a discrepar con ustedes, creo que sí hay verdad en la fotografía y también hay mentira. Yo creo que hay una fotografía que nos acerca más a la realidad y hay otra fotografía que construye una realidad. De hecho, muchas veces nos pasa que cuando estudiamos una determinada obra a través de la fotografía, por ejemplo, cuando vemos Ronchamp de Le Corbusier, vemos una obra magistral, grandiosa, con la escala fantástica, porque el fotógrafo usó un lente que deforma la realidad de la arquitectura, y cuando llegamos a visitarla parece una cosita chiquita que no es tan trascendente. A partir de eso me surge una pregunta que me parece importante hacerles. Evidentemente, como los cuatro han dicho, la fotografía devela una realidad a través del ojo, y ese ojo está cargado de la ideología y cultura del fotógrafo. La idea que quisiera que cuenten es cómo logran ustedes la documentación. Es decir, la fotografía como un documento con esa carga estética que hace que cada uno de ustedes haga una fotografía única. Yo como editor a veces he recibido fotografías de un mismo edificio de diferentes fotógrafos, y la apreciación de cada uno es muy diferente, cada uno ha puesto el ojo en un determinado punto. Ahí nos toca volver al origen y volver a qué es lo que el arquitecto quiso hacer. Y por otra parte está el tema de cómo viven los usuarios, si los usuarios viven como el arquitecto pensó que sería lo ideal. ¿Cómo conjugan esta dualidad, documentar algo lo más cercano a la realidad posible o con su propio estilo?
Onnis: En mi caso creo que no hago esa diferencia, me acerco con mi mirada, que en el tiempo que llevo haciendo fotografía estoy tratando de hacer más consciente mi propia mirada -el camino del Buda- jaja, conocerme a mí mismo. Intentando despojarme de lo que no es mío. Yo empecé mi trabajo con una cultura visual, que en un principio trataba de imitar. En el camino he tratado de tener consciencia sobre mi propio trabajo platicando con mucha gente. Desde afuera, de los comentarios he aprendido mucho de mi propia mirada, opiniones de editores, amigos fotógrafos, y más gente. Como decía, yo no podría mirar de otra manera aunque lo intentara, porque es mi historia personal la que me hace ver las cosas de una manera. En lo posible, intentar ver lo que voy viendo y hacerlo consciente para poder después manipularlo, de tal manera que pueda expresar mejor lo que quiero. El documento ya es en sí mismo, cada fotografía es un documento, y no me hago responsable de tratar de transmitir el espacio como es, como lo que hemos platicado. Lo que intento es ser lo más cercano a mi propia mirada, creo que es un camino largo, que toma su tiempo y eventualmente llegaré, o a lo mejor no. El intento de todos los días es tratar de hacerlo mejor, no sólo viendo la foto sino viendo la de los demás. Comparando, puedo ver que es lo que yo veo que otros no ven, leyendo y platicando. Yo diría que documental y mirada personal es una sola cosa. Y en la medida en que yo pueda despojarme de lo que no es mío, será mi camino.
Sebastián: Recogiendo lo que dice Onnis, creo que es un recorrido que uno hace durante la carrera de fotógrafo: el de ir descubriendo esa dualidad. Yo sí encuentro esa dualidad y de hecho me la cuestiono todos los días. Por un lado, está el cliente que pide una documentación específica. Si vas a hacer un reportaje comisionado, tienes que tener una foto de la fachada principal ¿no? Nosotros como documentalistas de la arquitectura, tratamos por lo general de no distorsionar demasiado la realidad. Una de las constantes en la fotografía de arquitectura es poner la cámara perpendicularmente para que no tengamos fugas en las líneas verticales, de manera que las columnas están completamente paralelas y no inclinadas. Por las fotografías que yo he visto de todos ustedes, creo que sí hay una intencionalidad de acercarnos a una cierta realidad, o de hacer un documento que no sea tan distorsionado. Ahora, también hay esta intención estética e incluso poética que nosotros también queremos incluirlo. Esto no significa que no podamos romper esa representación de la realidad y volverla más abstracta y compositiva. En mí camino, diría que hay veces en que me he acercado mucho más a un documentalismo más objetivo. Me ha tocado aprender muchísimo de arquitectura para saber qué es lo que los arquitectos quisieron transmitir en una obra y poder interpretarlo. Otras veces, me he acercado a un documentalismo más subjetivo, donde sales esa mirada más personal, más fotográfica de la luz y de la composición. Creo que hay momentos en que esta parte de la estética y lo documental están muy lejanos entre sí, y hay otros momentos en que se logran fusionar. Creo que el rato que se logran fusionar y se logra tener una documentación que al mismo tiempo es estética y poética, esas son las fotos que a mi me emocionan. Ahí digo esta es una foto ganadora, ésta es la foto. Creo que en la mayoría de casos somos conscientes cuando disparamos una buena foto. Puedo tomar mil fotos de un proyecto y hay tres o dos fotos que digo: estas son. En mi desarrollo personal quisiera no tomar mil fotos sino ir a tomar las diez fotos exactas. Antes con la cámara de placas y lo analógico uno pensaba muchísimo más la toma antes de fotografiarla. Creo que lo digital ha permitido esa exploración de disparar mucho más. No sé cuáles son sus experiencias, si disparan mucho o poco, pero yo hasta ahora, tomo muchísimas fotos y selecciono. Pero sí tengo muy claro, el momento en que disparo una foto ganadora, más allá de que muchas veces esas fotos no las compra o las selecciona el arquitecto. Yo sí voy viviendo esa dualidad en el día a día al tomar las fotografías.
Rafael: A lo mejor yo tengo hasta un bloque mental, pero yo trato de no tener demasiado presente esta responsabilidad del documento. Trato de que la arquitectura sea una especie de telón de fondo para que la luz y la gente sucedan. El documento viene siendo un resultado de esta relación. Sobre el número de fotos, yo también tomo mucho, pero yo no quiero tomar las diez fotos perfectas, el tomar mucho es como una aproximación de prueba y error. Quiero generar esta relación de intimidad con el proyecto: subir, bajar, estar ahí, o allá. Entonces aunque suene muy cursi, cortejando al proyecto ¿no? Como ir entendiéndonos.
Sebastián: En ese sentido, a los fotógrafos de moda les pasa algo parecido, las primeras veinte fotos no sirven para nada, hasta generar una relación que el modelo. Creo que algo parecido nos pasa a nosotros. Hay una primera exploración y contacto, casi siempre las primeras fotos son las que no sirven mucho, a menos que haya el rayito de sol preciso, en ese momento. Pero generalmente uno va desarrollando y buscando el proyecto, este te va hablando.
Rafael: Yo estoy totalmente a favor de tomar analógico, con película y bajar la velocidad, pero al mismo tiempo aprovecho las ventajas que me puede dar el digital de hacer esta exploración sin los costos extras que significaría hacerlo en película.
Andrés: Al final cuando vas al proyecto, terminas fotografiando las sensaciones que este te genera. Mientras vas sintiendo y emocionándote con el proyecto, vas construyendo el reportaje. Y hay veces que te frustra porque ves la foto en tu cabeza, pero el lente no lo permite, te toca cambiar y volver a intentar, pero de eso se trata. A la final es editar y ver si lograste transmitir con la cámara lo que estabas sintiendo y mirando. Cuando eso pasa, salen las fotos ganadoras.
Rómulo: Me quedó una impresión, no lo había pensado antes, pero a partir de lo que ustedes dicen se me ocurre algo. Pienso que es como la música, que los fotógrafos son intérpretes de una composición. Una composición hecha por un arquitecto, en este caso. En la experiencia que cada uno va ganando, van construyendo un lenguaje propio. Es decir vas desechando lo que no es, y te vas quedando con lo tuyo. Entonces pasa con ustedes, que son grandes fotógrafos, que el cliente y el espectador empiezan a poder leer el lenguaje o la forma en que interpreta este músico-fotógrafo. Entonces el cliente te empieza a llamar porque le gusta como interpretas. Yendo más a las cosas concretas, creo que los cuatro hacen fotografía por encargo y hacen fotografía de proyectos personales ¿cierto? ¿Qué pasa cuando llega un arquitecto para encargarles un proyecto sobre una obra que nos les gusta nada?
Onnis: Me acordé de una frase de Charley Parker -con esto de la música- que dice: “aprende todo sobre cómo tocar tu instrumento, y luego olvídalo y tócalo como quieras”. Y creo que de eso se trata ¿no? Yo creo que al final somos profesionales y no tienes que tener un gusto por lo que fotografías, porque al final sí sabemos donde colocarnos, la búsqueda en mi caso es la misma, mi propia satisfacción. Yo lo que estoy viendo lo interpreto de una manera, como lo que decía ahorita Andrés, las fotos no se hacen en la mirilla de la cámara, se hacen en la imaginación y después las buscas con los medios que tienes, por eso está, a veces, la insatisfacción de no lograr la foto que está en tu imaginación. A veces tu equipo no te da. Por eso es irrelevante si es Nikon o Canon, porque la foto ya la tienes acá (en la cabeza), después encontrarás los medios que te proporcionen llegar lo más cercano a esa foto que tienes en la imaginación. Cuando me enfrento a una obra que no es de mi gusto, trato de no juzgarla, creo que eso sería lo principal. No juzgarla como buena o mala, sino ser un profesional, pues.
Rómulo: Esto vale para los cuatro, ¿has rechazado fotografiar una obra por las características de la obra o el arquitecto?
Onnis: No, pero debería hacerlo más seguido, jeje. Creo que en algún momento he pensado en ser más selectivo, pero por cuestiones de saturación de trabajo y porque tengo mis propios proyectos.
Rafael: Uy, bueno ya se me juntaron varias ideas. Yo creo que lo primero es duplicar el presupuesto al cliente como primer sistema de disuasión a ver si te rechazan, pero si no funciona pues toca ser profesionales. Regreso a esta idea de que si un proyecto es malo se puede sacar algo que inspire otra cosa, entonces yo creo que cuando me preguntabas cuál es el objetivo, para mí es ese. Lograr que algo con lo que yo no concuerde, encuadrarlo de tal manera que sea positivo, que inspire otra cosa más. Sí, he rechazado, pero tratando de ser lo más políticamente correcto y usando métodos disuasivos.
Sebastián: Nosotros como fotógrafos de arquitectura tenemos nuestro propio criterio arquitectónico. Yo tengo mis gustos y puedo, equivocadamente o no, apreciar una obra de arquitectura que para mi sea buena o mala, que me guste o no me guste, e incluso me atrevería a decir, que pueda tener potencial fotográfico o no. Puede haber obras malas que tienen potencial fotográfico, aunque yo no me siento identificado con esa obra, pero pueden salir bellas fotos. Tal vez esto que voy a decir no es políticamente correcto. Yo, por ejemplo, les envidio a ustedes, porque aquí en Ecuador hay muy buena arquitectura, pero no hay un volumen tan grande de buena arquitectura. Entonces no necesariamente todos los proyectos que hacemos son buena arquitectura. Eso no significa que no podamos hacer buenas fotos de esos proyectos. Pero sí creo que una buena obra hable más fácilmente y permite ser retratada de mejor manera, que una obra que no es tan buena. Yo siento, que en nuestro caso, todo el tiempo estamos tratando de sacarle el máximo provecho a las obras, retratándolas con la mejor luz, la mejor perspectiva y con el equipo adecuado. Como dice Rafael, uno a veces usa tácticas disuasivas, pero uno también vive de esto. Creo que somos profesionales y vivimos de esto, y en todos los proyectos si le pones empeño, salen bien. En los proyectos que a uno le gustan, es natural que haya más química y que uno se comprometa más.
Andrés: Creo que en los proyectos que no te gustan te vuelves más mentiroso, empiezas a ocultar los defectos, muestras la parte más bonita, pero al final tienes que ser profesional, y quizás te va a requerir mucho más esfuerzo sacar una buena foto, que de una arquitectura mucho más bonita o mejor conformada.
Onnis: Tengo una anécdota en este sentido, fui a fotografiar una casa que no había visto. Generalmente pido unas fotografías para tener una referencia y cotizar, pero en este caso no. Cuando llegué, era algo que a mí no me hubiera gustado. Así que inicié la sesión, de manera profesional. Pero en algún momento llegó la dueña de la casa, y estaba tan contenta con la casa, que en realidad fue una lección para mí, porque a la final es una apreciación, es una cuestión personal. El hecho de que ella esté contenta con su casa, creo que lo hacía un buen proyecto, a pesar de que yo pensara que fuera malo. Al final la arquitectura está hecha para quien la va a habitar. Mi opinión sale sobrando si la señora estaba contenta. Eso me dejo de lección, que a todos los proyectos les voy a entrar igual, sin juzgarlos.
Rómulo: Hay tantos temas que me parece importante topar, y por tema de tiempo voy a hacer dos preguntas a la vez. En el fotoperiodismo se trata de tomar el instante y no se permite ningún tipo de intervención en la fotografía. De hecho, si te encuentran que borraste alga, te descalifican. ¿Hasta dónde se permite en la fotografía de arquitectura borrar una humedad? La segunda, estoy pensando en lo que han dicho, y cuando hacemos crítica arquitectónica para nosotros es muy importante saber lo que el arquitecto quiso hacer y luego vemos si lo logró o no. Daniel Libeskind hace el Museo del Holocausto, hace un museo en donde no se exhibe nada, es decir que la propia arquitectura tiene que transmitir una cantidad de sensaciones, estrechando las paredes, levantándolas, haciendo que entre solamente un rayito de luz, el espectador vive el holocausto a través de esa arquitectura. El fotógrafo en ese caso, tendría que transmitir esa angustia, porque está haciendo una lectura de lo que el arquitecto quiso transmitir. Quiero saber ¿cómo lo enfrentan ustedes? Si el arquitecto me dice: he creado un proyecto increíble, con una iluminación fantástica, una ventilación formidable, y entonces llegan ustedes, y se encuentran que es estrechito y de techos bajitos. Ahí se encuentran frente a un dilema, porque ustedes con las herramientas que tienen pueden agarrar y hacer que -a través de la fotografía- uno viva el espacio súper amplio, o agarran y le dan más exposición al sensor y se vuelve clarito el espacio. ¿Cómo enfrentan eso?
Sebastián: Cuando he dado los talleres de fotografía de arquitectura lo primero que les digo a los estudiantes es que hay que tener claro el propósito con el cuál uno fotografía. Puede haber muchas intenciones, desde el fiscalizador de una obra que necesita hacer una foto de una fisura en el piso para adjuntar en un informe, donde no importa la luz, ni si la foto fue hecha con un celular. Creo que hay otras intenciones, como las fotos expuestas aquí, que son ensayos personales, donde se podría ser un poco menos prolijo técnicamente, pero si logras transmitir emociones, habrás conseguido tu propósito. Pueden haber hasta fotos movidas o con las líneas verticales no paralelas, que si es una propuesta autoral y logra transmitir lo que se propuso, no importa. El problema viene cuando es un trabajo comisionado y los clientes te dicen: quiero tener el mejor retrato de mi obra porque quiero ganar la próxima bienal y quiero que lo publiquen en las revistas más importantes del mundo y que salga en Trama. Para eso, necesito un nivel de técnica, prolijidad, manejo de luz, documentación, encuadre, etc. Ahí empieza la necesidad de tener la herramienta correcta, de esperar la luz correcta, y así. El rato que yo quiero hacer un proyecto personal todo vale, absolutamente todo vale. Simplemente es una visión propia, puedo borrar elementos o dejar las líneas distorsionadas o incluso, la foto puede estar desenfocada, mientras uno logre el objetivo, todo es correcto. Cuando uno tiene un proyecto comisionado, uno tiene unas delgadas líneas éticas; en Bicubik, con Andrés intentamos ponernos de acuerdo sobre qué se borra y hasta dónde se retoca. Yo creo que si a mí me comisionan para hacer el mejor retrato de esa obra y tengo un cable que me distrae la vista y este no fue pensado por el arquitecto yo no tengo problema en borrarlo. Puede ser que en otro caso yo quiera mostrar el contexto y los cables sean parte del entorno, entonces yo los dejo. Ahí hay que ver hasta qué punto se puede retocar o no. Si tengo una fisura pequeña en una pared, yo no tengo problema de retocarla, siempre y cuando mi objetivo sea que eso se vea bien, mientras uno no mienta la arquitectura esencial, ya si te dicen aquí ponle un segundo piso porque aquí iba a haber un segundo piso, ya es otro tema. Nosotros sí retocamos bastante y tratamos de satisfacer al cliente, siempre dentro de unos límites.
Rafael: Siempre es un tema espinoso. Entonces por esa pregunta yo te duplicaría el presupuesto, jeje. Para mí el gran poder que tiene la foto y la foto de arquitectura es la capacidad de síntesis de ideas que tiene. Ahora hay un gran crecimiento con el video, pero creo que la fotografía sigue siendo una herramienta muy poderosa porque en un instante es capaz de transmitirte una serie de ideas. Entonces siguiendo lo que dice Sebastián, si hay elementos ajenos al proyecto que ensucian demasiado esta idea, hay una libertad de decidir, para mí una línea que no cruzo, es si no estaba en la foto, no va a aparecer. ¿Por qué no ponemos un mejor cielo? No. Si no estaba ahí, no, no. Es más un trabajo de sustraer. Y depende del proyecto, hay unos, en que las cosas extras le vienen bien y hay otros, en los que te distraen de comunicar una idea. Sobre las expectativas de la arquitectura, yo con mis clientes conversamos sobre las intenciones que tenía de la obra, simplemente es una guía, pero no una limitante para hacer el proyecto. Hay muchas veces que yo llego a un proyecto en el que no me han dicho nada. Hay clientes que ya te empiezan a conocer, y ellos se despreocupan y te dan libertad. A mí me ha sorprendido con algunos clientes de Estados Unidos que son más corporativos, incluso empezábamos con un lista de ángulos, ya para el tercer o cuarto proyecto ni se preocupan de generar esas listas. Hasta que uno entra en libertad total. Si me dan esas listas, no entro a la defensiva pensando que quieren controlar mi trabajo. Les digo que yo voy a cumplir con todo esto, pero además voy a cumplir con otras cosas que yo estoy viendo y entienden el poder de la interpretación que puede tener uno de un proyecto.
Onnis: En mi caso sucede lo mismo, pero sucede desde la experiencia que uno tiene. También ahora yo ya tengo un portafolio para mostrar a un despacho o a los arquitectos que consideran que les viene bien mi trabajo, y hay esta libertad. Mis dinámicas de trabajo no permiten tener mucho diálogo, pero sobre todo prefiero evitarlo porque mi aproximación es muy de emoción, pues. Entonces prefiero evitar ir con una predisposición a buscar eso, prefiero tener el mínimo de información. Hay que tener información para cotizar, pero mientras menos sea, mejor. Ahora con más experiencia, mis clientes me tienen mucho más confianza. La mayoría de mis proyectos son carta blanca, y por ahí va el asunto. A mí lo de quitar y poner cosas no me va, a mí siempre me ha parecido que los proyectos están insertados en un contexto y si el contexto tiene cables, así es. Ayer mismo, que salimos por acá, no sé si recuerdan una casa que tenía un cable cruzado. Pues los proyectos deben estar hechos para donde van, entonces si hay un cable, pues componer con él. Me han pedido que quite y trato en una primera instancia de convencer que no hace falta, y que en ese contexto esté bien. Nuestras ciudades latinoamericanas están llenas de eso, y no se ve mal. Remito mucho a la fotografía de casas japonesas donde están los cables y no pasa nada. Sí hay grados dónde se puede mejorar, pero yo trato de ser lo menos manipulador posible. Tratando de convencer al cliente de que así es. Es un temor del arquitecto de perder el control cuando llegan los usuarios y colocan un cuadro que tú no crees que va, ahora empieza otro proceso arquitectónico que es continuo, no termina entregando la obra. Un poco lo que hago en mis proyectos personales, es capturar estos espacios que se pensaron de una forma, y con el paso del tiempo, se transformaron en otra cosa. No hay que tener miedo de enfrentarse al realidad del objeto arquitectónico en su contexto y de sus habitantes.
Rómulo: Para cerrar, me gustaría que dejen una refelxión final acerca de la práctica profesional, sobre todo a los jóvenes y cualquier cosa que quieran transmitir al público, que no hayamos abordado.
Sebastián: A veces es como difícil ser el primero en responder, cuando escuchas primero a los otros, vas hilando el pensamiento. Si tuviera que resumir un poco esta exposición y este conversatorio, tendría que decir que surgieron por una necesidad de tener espacios para dialogar, exhibir, y tener nexos entre los fotógrafos de arquitectura de Latinoamérica. Con Onnis nos encontramos en México hace poco y conversamos mucho sobre nuestra profesión. Fue una experiencia muy enriquecedora el conversar con otro colega que me cuente sus experiencias y saber cómo es la fotografía de arquitectura en México. A nosotros, aquí en Ecuador, se nos había hecho difícil tener ese diálogo. Hoy con las redes podemos estar más en contacto con lo que hacen otros fotógrafos, pero no habíamos podido dialogar. Creo que es importante que dentro de los círculos académicos se le de la importancia que se merece a la fotografía de arquitectura. La mayor parte de la arquitectura que conocemos es a través de las imágenes y existe un gran poder del que hablábamos. Es importante que empecemos a discutir sobre ese poder que hay en la imagen y en la representación arquitectónica. También es tema para otro conversatorio, reflexionar sobre la visualización 3D y la fotografía. Es importante generar estos espacios. Espero que este sea uno de los primeros conversatorios donde se reunan fotógrafos latinoamericanos. Creo que es importante que vayamos dejando un cierto legado y herramientas para las nuevas generaciones, y decirles que sí se puede vivir de la fotografía de arquitectura, que es una profesión como cualquier otra, que tiene sus especificidades y sus dificultades. También hay que enseñar a los más jóvenes que para ser un buen fotógrafo de arquitectura, se necesita de un recorrido, que tienes que invertir en equipo, invertir en educación, que la formación es constante y que no hay que regalar el trabajo. Hay que valorar lo que uno hace, y si esa va a ser tu fuente de vida y trabajo, hay que dignificarlo desde un principio y tomárselo en serio ¿no? Todos nosotros comenzamos con una pasión y fuimos aprendiendo, y uno se va desarrollando en camino. Los fotógrafos que estamos aquí sentados, tenemos de edades parecidas, y muchos nos estamos haciendo las mismas preguntas. Pero lo fundamental es darle la debida importancia a la fotografía de arquitectura.
Rafael: Antes de entrar en las conclusiones, quisiera agradecerles a Sebastián y Andrés por todo el trabajo que han hecho con esta exposición, independiente del material y el contenido, lo más importante es poder juntarnos y compartir experiencias. Al final nos volvemos una especie de ermitaños, porque estamos dentro de este mundo, donde estamos fotografiando y pasamos de un proyecto a otro, a otro y otro. Estas oportunidades de juntarnos y discutir son pocas. Es reconfortante ver que tenemos puntos en común tanto positivos como negativos. El vivir de la foto de arquitectura no es fácil, estamos en un momento en que estamos invadidos de imágenes y también parece muy fácil tener una pequeña imagen cuadrada que está dentro de un Instagram, y que se vea bien dentro de una pantalla pequeña, ya es un trabajo mucho más complejo el ir más allá de un filtro, de mover unas cuantas barras en la computadora y alterar un poco la imagen ¿no? Para hacer una fotografía arquitectónica de calidad, hay un nivel desde el punto de vista técnico, como del punto de vista de formación profesional. Yo doy alguna vez una charla sobre composición, y les digo, la única manera que uno aprende de composición es a través de ver otras composiciones, y los bombardeo con 200 composiciones, de manera consciente, y sobretodo inconsciente, uno vacía ese bagaje cultural a la hora de disparar una foto. Pues la única forma es a través de acumular un archivo mental inconsciente de imágenes ¿no? La recomendación es la formación y ver cosas, y ver cosas buenas.
Andrés: Como recomendación, yo les digo, que me siento muy afortunado de trabajar y vivir haciendo lo que realmente me apasiona. Lo que les diría es que busquen lo que les mueva el piso y háganlo con pasión. Una vez que uno hace con pasión las cosas los resultados se ven solos. Ahí está como uno debería desenvolverse en la vida. Haciendo lo que te gusta, ahí está la esencia. Los resultados van a venir por sí solos, luego.
Onnis: Yo suscribo, es que sí, en serio, realmente la arquitectura es apasionante, la fotografía es apasionante, yo les diría, esto ha sido un proceso de escucharme a mí mismo y sí hacerle caso a mi intuición. Yo ya era arquitecto, ya llevaba siete años trabajando y dejé todo por dedicarme a la fotografía de arquitectura, porque era el llamado. Pero seguí mi intuición mi pasión, y finalmente esto es un lenguaje increíble. No solo el hacer la fotografías, sino el verlas, en la medida en la que vas avanzando en el lenguaje, es como aprender un idioma. Desde escuchar ruidos, a que de repente por ahí ya entiendes una palabra, pero terminas escuchando ideas, escuchando gente. Es un poco lo que pasa con el Instagram y las redes, que lo empiezas a desechar un poco cuando logras entender el lenguaje: y empiezas a hablar y también a leerlo. Y finalmente es importante saber que nosotros formamos parte de un gremio. Esta idea de que cada vez se suma más gente al medio de la fotografía y al de la fotografía de arquitectura. Tener conciencia de que formamos parte de un gremio más amplio. Lo que estamos intentando hacer, es compartir encuentros y coincidencias entre fotógrafos latinoamericanos. Producción arquitectónica hay muchísima, hay para todos. Pero si formamos parte de un mismo gremio como colegas, más que competencia, a mí se me hace básico lo que está pasando, que es promover estos espacios. Es realmente increíble poder formar parte del gremio de la arquitectura y de la fotografía y poder topar con escritores, críticos, arquitectos, fotógrafos. Pero básicamente es lo que dice Andrés hacer lo que te gusta y hacerlo bien, finalmente se puede vivir bien de esto. Sigan su intuición.
Rómulo: Realmente que privilegio estar con estos grandísimos fotógrafos latinoamericanos. Tenemos que estudiar, hay que leer las fotografías de cada uno de ellos y dedicarles algunas horas para ver ciertas imágenes. Y estudiar, estudiar, estudiar. Muchas gracias
Moderador:
Rómulo Moya (Ecuador) arquitecto y editor Revista Trama
Participantes:
Rafael Gamo (México) fotógrafo de arquitectura
Onnis Luque (México) fotógrafo de arquitectura
Sebastián Crespo (Ecuador) BICUBIK fotografía de arquitectura
Andrés Fernández (Ecuador) BICUBIK fotografía de arquitectura
Rómulo: Buenas noches con todos y todas, es para mí un gran honor compartir este espacio con fotógrafas y fotógrafos latinoamericanos para conversar de un tema tan apasionante como es la fotografía y la arquitectura. Para comenzar, yo simplemente voy a lanzar unos temas y vamos a ir construyendo una conversación entre todos. Ciertamente hay un hecho que es trascendental para todos los que hemos estudiado arquitectura en el mundo, primero estudiábamos arquitectura a través de los dibujos, esa era la forma de representación de la arquitectura, luego, con el advenimiento de la fotografía, en todas las universidades del mundo, en todas las escuelas de arquitectura, y además toda la gente que estaba interesada en la historia del arte, empezamos a conocer el mundo, a recorrerlo, a través de las imágenes que captaban fotógrafos especializados. Y en ese transcurrir de estudiar la arquitectura fuimos amando a unos proyectos y odiando a otros, fundamentalmente por la forma en la que cada fotógrafo nos contaba el proyecto. La idea principal es que la fotografía, como una forma de representación, en algunos casos trasciende la mera representación para convertirse en sí misma en un hecho poético; que interfiere, absolutamente, en nuestra mirada, una vez que el fotógrafo captura un edificio, este edificio nunca más vuelve a ser el mismo para nosotros. Nosotros empezamos a vivir una experiencia con esa obra. Con esta pequeña introducción, la idea es que nos cuenten ¿cómo es la aproximación que hace cada uno de ustedes con el objeto arquitectónico? Es decir, ¿cómo se produce la relación entre el fotógrafo y el objeto que va a captar?
Rafael: Me gustaría contestar que siempre es como esta iluminación poética, a donde uno llega. Pero bueno, también la realidad entra en juego y los tiempos son lo que son. Para mí hay dos cosas que creo fundamentales para acercarme a un proyecto: la luz, y cuando se puede, la interacción con los habitantes o usuarios, el ser humano. Entonces, llegar a un proyecto y entender la luz -regresando al tema del tiempo- tratar de tener un esquema mental rápido de saber qué quiero hacer primero, qué quiero hacer después; es una mezcla entre ir improvisando y este primer esquema mental rápido. Desde el punto de vista del ser humano dentro de la arquitectura, busco ser muy paciente y dejar que las cosas pasen de manera natural: escoger un encuadre, dejar la cámara y empezar, como cazador, a esperar que se alineen los astros y que la gente, los usuarios se vayan colocando, unas veces con más o con menos suerte, pero dejar que estas imágenes se vayan creando por sí solas. Es más un trabajo de espera y de paciencia.
Onnis: En mi caso la aproximación que tengo con el objeto arquitectónico es como muy particular, ya llevo nueve años haciendo fotografía de arquitectura especializándome en eso, y sí he tenido un cambio radical. Es decir, cuando inicié tenía muy poca experiencia y muchas inseguridades. Entonces platicaba mucho con el arquitecto, intentaba, en la medida de lo posible, ir a la obra antes, para intentar hacer esta lectura de la luz y del espacio. Poco a poco me he ido quitando ese tipo de lastres, de la responsabilidad de mostrar el espacio tal y como es, porque la óptica de la cámara es completamente distinta a la del ojo, entonces esa responsabilidad la he ido dejando de lado. Ahora lo que hago es intentar llegar al lugar con los ojos más abiertos, para poder entender el objeto que estoy fotografiando, y sobretodo dejarme llevar por la emoción de lo que voy viendo, intentando también hacer un razonamiento respecto a qué intenciones hubo por parte del arquitecto o del despacho. En lo que más me enfoco es en el encuadre, porque es el único sobre el cual yo realmente tengo control. La luz es algo que no depende de mí, si está nublado, si está lloviendo, o si está soleado; pero el encuadre, sí es el mismo. Además donde creo que más me divierto es encuadrando, haciendo esta edición de la realidad que está frente a mi, intentando captar estos elementos que a mi me emocionan. Finalmente cuando hablamos de que hay una comisión, es decir que tengo un cliente, sí tengo en mente tratar de interpretar las intenciones que hubo desde -el rastrillador iba a decir- en realidad, desde la computadora.
Andrés: En Bicubik, lo que tratamos siempre es hacer un primer análisis del proyecto. Ahora con los medios digitales, intentamos ver cómo está ubicado en relación al sol. Porque la particularidad de la luz aquí, en Quito, es complicada y diferente a lo que se puede presentar en otros países más al norte y más al sur. Tenemos una luz dura, cenital, y a las nueve de la mañana ya tienes al sol muy arriba. Son particularidades a las cuáles uno debe adaptarse. Lo primero es tratar de calcular por dónde va a ser el recorrido del sol, y según eso, ver cuál sería la hora más idónea y cuál sería la mejor manera de acercarse al proyecto de acuerdo a la orientación de las fachadas. Ya en la obra hay una primera fase de exploración, quizá libre, sin trípode, buscando encuadres y viendo qué nos llama la atención del proyecto, para luego poder hacer fotos más formales, pausadas y pensadas. Para nosotros todo va en función de la luz. Yo vengo desde otra rama, el diseño, y quizás el acercamiento es distinto al que tendría un arquitecto. Buscamos detalles de luz y composición. Después hay que ver si el arquitecto lo pensó así o no, pero las fotos que salen son las que nosotros vivimos y sentimos en el momento que estamos enfrentados a la obra.
Sebastián: Complementando lo que dice Andrés, en mi caso, yo primero estudié fotografía y después me fui apasionando por la arquitectura. En el camino fui aprendiendo sobre fotografía de arquitectura. Creo que una cosa interesante de los fotógrafos de arquitectura es que somos de los sujetos que más podemos ver obras en su sitio. Creo que ni los críticos de arquitectura, ni los mismo arquitectos tienen la suerte que tenemos nosotros de ver tantas obras en vivo y en directo. Y algunas veces tenemos la suerte de regresar y ver si esas obras funcionan, o no funcionan. Para mí, que vengo de la fotografía, lo esencial es la luz. En Bicubik algo fundamental que hemos tratado de plantear en nuestras fotos es la relación de la luz con la arquitectura. Igual que un fotógrafo que hace retratos de personas, nosotros retratamos arquitectura, y nos fijamos en esa relación con la luz. A diferencia de hacer una foto en un estudio, generalmente contamos con la luz del sol y la del ambiente. Siento que somos unos cazadores de luz en la arquitectura. A diferencia del fotoperiodismo, que intenta captar el instante exacto de una acción, nosotros tenemos un objeto que no se mueve, por lo tanto tenemos que esperar a las condiciones correctas de luz, donde podamos explorar esas atmósferas, esos instantes. Somos unos cazadores de ese instante de luz en la arquitectura. También está el tema del encuadre y la apreciación personal de cada uno de los fotógrafos de arquitectura. Con Andrés, nos cuestionamos muchísimo sobre nuestra aproximación a la arquitectura. Nosotros tomamos muchas fotos, no estamos contentos con eso, quisiéramos en un futuro tomar menos fotos, tomar las fotos precisas. Pero tenemos una aproximación a la obra, en la cual en el primer momento hacemos una exploración en la que vamos entendiendo los espacios. Muchas veces tomamos encuadres que nos atraen, y pensamos que quizás más tarde la luz generará ciertas sombras que nos gusten más e intentamos ir visualizando los encuadres con la luz. La fotografía arquitectónica demanda muchísima planificación; no es que solamente llegamos al sitio y ya, sino que vamos viendo en que fachadas el sol da en la tarde o en la mañana, de manera que haya más contraste y más sombras, generando mayor sensación de volumen y tridimensionalidad, dentro de lo que el clima permita. Y claro, hay proyectos, como la de esta exposición, donde tenemos la libertad absoluta de proponer y hacer un ensayo personal.
Rómulo: Como común denominador de lo que acaban de decir, se me vino a la mente la definición de Le Corbusier sobre la arquitectura, entre muchas definiciones que tenía, tiene una muy famosa que dice: “La arquitectura es el sabio y magistral juego de los volúmenes bajo la luz”. Y la otra definición que se me vino es una de Mario Bota, grandísimo arquitecto Suizo, que definía la arquitectura como el milagro del hecho poético. Hay algo que quedó saltando entre lo que ustedes han dicho, yo una vez le pregunté a un gran arquitecto ¿dónde está la verdad de la arquitectura? Y sin dudarlo me dijo: “La verdad de la arquitectura está en el espacio”. Sabiendo que el fotógrafo tiene un ojo, una mirada, una cultura a la que responde y tiene una ideología, tiene una estética; me gustaría preguntarles ¿dónde está la verdad de la fotografía de arquitectura?
Onnis: Justamente ese es un tema al que le doy muchísimas vueltas. Cuando me invitan a dar pláticas hablo menos de mi trabajo y mucho más de este tema porque alguna vez en una plática, en la parte de preguntas y respuestas, alguien del público me dijo que yo era un mentiroso, y que no era así la obra. Y tenía toda la razón, porque no es así, y lo que he pensado es que el fotógrafo tiene esta mirada personal, que viene de quién eres. O sea, uno ve de acuerdo a quien es, a sus experiencias: lo que ha comido, vivido, amado, leído, odiado. Todo se llega a un punto en el que eres tú enfrentado a un objeto arquitectónico y cómo lo interpretas y lo haces. En mi caso he ido quitándome lastres, cuando empecé yo sentía una gran responsabilidad por transmitir de manera fiel el espacio, cosa que en mi experiencia es imposible, entonces ya no es mi responsabilidad, ahora intento generar una fotografía que de más bien indicios, como unas pequeñas muestras y guías, si se puede llamar así, para que que vean las fotografías a través de su imaginación, que también es el otro lado de la fotografía. Yo la hago con mi propia historia personal, no es lo mismo la apreciación de mis fotografías, de un ecuatoriano, de un mexicano o de un japonés. Y a la hora de hacer fotografía, no es lo mismo la fotografía de un japonés, de un ecuatoriano, etc. Entonces sí creo que, como me increparon una vez, a veces soy un mentiroso y que la fotografía miente. Considero que la mentira está puesta en la expectativa de que la fotografía te muestre el espacio como es. Si uno se acerca a la fotografía esperando ver el espacio como es, ahí creo que ya hay una discrepancia total, y es cuando se puede llegar a pensar que se miente de alguna manera. En mi caso intento hacer lo mejor que puedo. Dejo que la fotografía, se imprima, se publique, o no, pero yo ya hice lo mío. Y lo estoy tratando de decir lo más humildemente posible, yo hago lo mejor que puedo y la dejo ahí a la interpretación de los demás. Ya lo que interpreten los demás, yo ya no tengo control, así como no tengo control de la luz, ni la mirada o la cultura visual de quien la ve. Entonces trato de hacer una fotografía que sea lo más cercana a lo que yo quiero, porque como soy yo el que está parado frente al edificio, así evalúo yo mis propias fotografías. La posibilidad de conocer un edificio realmente en sus cuestiones espaciales a través de la fotografía es imposible. El hecho de que ahora estemos aquí, y haga un poco de frío y el eco que se escucha, la fotografía no lo va a poder mostrar nunca, entonces ya no lo intento, ya no lo cargo como una responsabilidad. Creo que eso pasa por ejemplo en redes, yo he puesto fotos en Instagram, y se comenta, qué buen proyecto, o qué mal proyecto, y creo que no se puede hacer eso a partir de una fotografía. Ahora mismo en la bienal están juzgando proyectos a partir de fotografías. Sí tienen planos, pero a la final creo que es un juego de dos, un complemento de alguna manera: el ojo del fotógrafo y el ojo del espectador, que en algún momento si se logran conectar, que sería la postura mía, el objetivo es conectar de alguna manera con quien vea la fotografía, y poderle generar, lo que decía antes: una guía, un indicio de por dónde va el espacio. Porque la tridimensionalidad, el espacio, es imposible absolutamente pasarlo a dos dimensiones, y de esa manera yo estoy tratando de librarme un poco. Entonces, la verdad, no sé, está en el aire. Yo tengo mi verdad y a veces estoy satisfecho con ella, pero LA VERDAD -así como en mayúsculas- no sé donde está, no sé si de hecho exista.
Rómulo: La verdad yo tampoco. Como mecánica lo que vamos a hacer es, planteamos el tema y al que le venga mejor pide el micrófono.
Rafael: Yo creo que la verdad justamente de la fotografía de arquitectura está en las mentiras que puede contar, en todas esas sensaciones que no necesariamente están en la arquitectura, pero que puedan inspirarle a la gente. Si una foto buena de un proyecto malo puede inspirar a que alguien más haga un proyecto bueno, ya ganamos algo. Yo trato de que el trabajo que hago vaya un poco más allá de la realidad de lo que estoy viendo. Evidentemente hay un porcentaje muy alto de realidad, porque en la fotografía su punto de partida es la realidad filtrada a través de un lente, de un momento. La fotografía tiene un porcentaje de realidad y tiene un porcentaje de interpretación. Si esas interpretaciones pueden contar otras mentiras, creo que ahí está la ganancia de una buena foto de arquitectura.
Sebastián: Creo que debemos partir de que toda la fotografía es una mentira de la realidad. Siempre estamos haciendo una interpretación de la realidad. Entonces pensar que nosotros a través de nuestra mirada y de nuestro instrumento retratamos una verdad, creo que eso simplemente no existe. Eso es lo lindo de la fotografía y creo que por eso nos dedicamos a la fotografía. Sino sería una cosa completamente mecánica. Los grandes fotógrafos de arquitectura van generando un estilo, van mostrando una forma de ver la arquitectura. En el momento en que nosotros decidimos usar un lente angular o un lente normal, ya va cambiando nuestra percepción. Incluso como en nuestro caso, si decidimos ir a una obra en la mañana, en la tarde, o en la noche. Cuando nosotros hacemos un reportaje arquitectónico, tratamos de documentar con nuestro ojo ese espacio. Nunca vamos a poder retratarlo por completo, sino que vamos a tratar de explicarlo desde nuestro punto de vista. Como dice Onnis, hay fotos que funcionan solas y que pueden ir en la portada de una revista, pero eso no significa que con eso vas a entender el proyecto. Creo que todos los que estamos aquí cuando nos contrata un arquitecto y nos pide hacer un registro de su obra, realizamos una serie de fotografías, donde nosotros, a través de las imágenes, vamos contando como es el proyecto. Podemos tener un cierto control sobre eso, hasta un punto, porque luego el arquitecto va escoger las fotos, y no siempre va a escoger las que a nosotros nos gustan más o pensamos que explican mejor la obra. A mi me pasa muchísimo, especialmente con los arquitectos más jóvenes, que no tienen madurez o experiencia en registrar sus proyectos, y solo les interesa las fotos más espectaculares para el Instagram. Escogen muchas fotos crepusculares, y tal vez se olvidan que para entender una obra se necesita ver como funciona esa obra en las distintas horas del día. Luego hay otros procesos, llegan esas fotos a las editoriales, y hay una segunda selección de la primera que ya hizo el arquitecto. Decir que pueda existir una verdad de ese proyecto, es completamente irreal. Además depende también del observador. Creo que esto pasa incluso si vas a visitar el proyecto, depende del día, también pasa que con el tiempo los proyectos van cambiando. Suele suceder en las bienales que el arquitecto manda las fotos más bonitas, incluso presentan las perspectivas donde no se ven las fallas o errores, y hay proyectos que con el tiempo se deterioran muchísimo o no funcionan, o la gente no se apropió de ellos, y pasa que hay proyectos que ganan bienales y luego de dos años esos proyectos ya no están en las condiciones óptimas. Creo que no se puede hablar de una verdad de la arquitectura a través de la fotografía. Siempre va a haber un tema de selección, edición y apreciación donde intervienen muchos actores.
Onnis: Sebastián y yo empezábamos la charla hablando sobre la trascendencia que tiene la imagen, porque en un altísimo porcentaje el acercamiento a las obras construidas es a través de fotografías. Platicábamos que hay una especie de poder sobre la obra, la mayoría de las veces lo que trasciende es la fotografía. La obra está en algún lugar, está en alguna realidad, pero hay otra realidad que no creo que sea como una copia, que es la fotografía, donde el edificio termina siendo una fotografía. Uno de los ejemplo más claros: una fotografía de Julius Shulman de la Case Study #22, en la cual la fotografía ha trascendido mucho más que la obra. La gente puede decir esta foto ya le he visto, pueden hasta ubicar a Shulman, pero si les pregunto si pueden hacer un esquema de la casa, casi nadie puede, es decir que la fotografía trascendió a la obra. Eso sucede en muchos casos, la imposibilidad de ir a conocer las obras físicamente terminan convirtiéndose en fotografía, y al final, sin jactarnos de eso, pero quienes editamos los edificios, y entre todos los actores terminamos editando una obra. Los objetos arquitectónicos terminan siendo editados desde la fotografía, pasando por la edición y hasta que la revista lo publica. Eso tiene una trascendencia vital, porque más allá de que una obra trascienda en los usuarios y habitantes, más allá del gremio, trasciende a través de fotografías, y eso creo que es algo importantísimo dentro del medio en el que nos manejamos nosotros.
Andrés: Volviendo a tu punto inicial sobre cuál es la verdad en la fotografía, yo creo que hasta cierto punto las fotos arquitectónicas terminan siendo su verdad, porque terminan siendo el retrato de la obra en ese instante. Intervienen varios factores, el clima, la atmósfera, o si hubo o no gente, entonces termina siendo la realidad de ése instante, no necesariamente la realidad de la obra, pero la fotografía si es la verdad de ese momento y de esas condiciones.
Rafael: Filtrada por una decisión de qué dejar fuera y qué no, qué disparar y con qué óptica. O sea hay un porcentaje que es la verdad física pero también es una verdad filtrada.
Rómulo: Sí hay verdad en la fotografía. Yo voy a discrepar con ustedes, creo que sí hay verdad en la fotografía y también hay mentira. Yo creo que hay una fotografía que nos acerca más a la realidad y hay otra fotografía que construye una realidad. De hecho, muchas veces nos pasa que cuando estudiamos una determinada obra a través de la fotografía, por ejemplo, cuando vemos Ronchamp de Le Corbusier, vemos una obra magistral, grandiosa, con la escala fantástica, porque el fotógrafo usó un lente que deforma la realidad de la arquitectura, y cuando llegamos a visitarla parece una cosita chiquita que no es tan trascendente. A partir de eso me surge una pregunta que me parece importante hacerles. Evidentemente, como los cuatro han dicho, la fotografía devela una realidad a través del ojo, y ese ojo está cargado de la ideología y cultura del fotógrafo. La idea que quisiera que cuenten es cómo logran ustedes la documentación. Es decir, la fotografía como un documento con esa carga estética que hace que cada uno de ustedes haga una fotografía única. Yo como editor a veces he recibido fotografías de un mismo edificio de diferentes fotógrafos, y la apreciación de cada uno es muy diferente, cada uno ha puesto el ojo en un determinado punto. Ahí nos toca volver al origen y volver a qué es lo que el arquitecto quiso hacer. Y por otra parte está el tema de cómo viven los usuarios, si los usuarios viven como el arquitecto pensó que sería lo ideal. ¿Cómo conjugan esta dualidad, documentar algo lo más cercano a la realidad posible o con su propio estilo?
Onnis: En mi caso creo que no hago esa diferencia, me acerco con mi mirada, que en el tiempo que llevo haciendo fotografía estoy tratando de hacer más consciente mi propia mirada -el camino del Buda- jaja, conocerme a mí mismo. Intentando despojarme de lo que no es mío. Yo empecé mi trabajo con una cultura visual, que en un principio trataba de imitar. En el camino he tratado de tener consciencia sobre mi propio trabajo platicando con mucha gente. Desde afuera, de los comentarios he aprendido mucho de mi propia mirada, opiniones de editores, amigos fotógrafos, y más gente. Como decía, yo no podría mirar de otra manera aunque lo intentara, porque es mi historia personal la que me hace ver las cosas de una manera. En lo posible, intentar ver lo que voy viendo y hacerlo consciente para poder después manipularlo, de tal manera que pueda expresar mejor lo que quiero. El documento ya es en sí mismo, cada fotografía es un documento, y no me hago responsable de tratar de transmitir el espacio como es, como lo que hemos platicado. Lo que intento es ser lo más cercano a mi propia mirada, creo que es un camino largo, que toma su tiempo y eventualmente llegaré, o a lo mejor no. El intento de todos los días es tratar de hacerlo mejor, no sólo viendo la foto sino viendo la de los demás. Comparando, puedo ver que es lo que yo veo que otros no ven, leyendo y platicando. Yo diría que documental y mirada personal es una sola cosa. Y en la medida en que yo pueda despojarme de lo que no es mío, será mi camino.
Sebastián: Recogiendo lo que dice Onnis, creo que es un recorrido que uno hace durante la carrera de fotógrafo: el de ir descubriendo esa dualidad. Yo sí encuentro esa dualidad y de hecho me la cuestiono todos los días. Por un lado, está el cliente que pide una documentación específica. Si vas a hacer un reportaje comisionado, tienes que tener una foto de la fachada principal ¿no? Nosotros como documentalistas de la arquitectura, tratamos por lo general de no distorsionar demasiado la realidad. Una de las constantes en la fotografía de arquitectura es poner la cámara perpendicularmente para que no tengamos fugas en las líneas verticales, de manera que las columnas están completamente paralelas y no inclinadas. Por las fotografías que yo he visto de todos ustedes, creo que sí hay una intencionalidad de acercarnos a una cierta realidad, o de hacer un documento que no sea tan distorsionado. Ahora, también hay esta intención estética e incluso poética que nosotros también queremos incluirlo. Esto no significa que no podamos romper esa representación de la realidad y volverla más abstracta y compositiva. En mí camino, diría que hay veces en que me he acercado mucho más a un documentalismo más objetivo. Me ha tocado aprender muchísimo de arquitectura para saber qué es lo que los arquitectos quisieron transmitir en una obra y poder interpretarlo. Otras veces, me he acercado a un documentalismo más subjetivo, donde sales esa mirada más personal, más fotográfica de la luz y de la composición. Creo que hay momentos en que esta parte de la estética y lo documental están muy lejanos entre sí, y hay otros momentos en que se logran fusionar. Creo que el rato que se logran fusionar y se logra tener una documentación que al mismo tiempo es estética y poética, esas son las fotos que a mi me emocionan. Ahí digo esta es una foto ganadora, ésta es la foto. Creo que en la mayoría de casos somos conscientes cuando disparamos una buena foto. Puedo tomar mil fotos de un proyecto y hay tres o dos fotos que digo: estas son. En mi desarrollo personal quisiera no tomar mil fotos sino ir a tomar las diez fotos exactas. Antes con la cámara de placas y lo analógico uno pensaba muchísimo más la toma antes de fotografiarla. Creo que lo digital ha permitido esa exploración de disparar mucho más. No sé cuáles son sus experiencias, si disparan mucho o poco, pero yo hasta ahora, tomo muchísimas fotos y selecciono. Pero sí tengo muy claro, el momento en que disparo una foto ganadora, más allá de que muchas veces esas fotos no las compra o las selecciona el arquitecto. Yo sí voy viviendo esa dualidad en el día a día al tomar las fotografías.
Rafael: A lo mejor yo tengo hasta un bloque mental, pero yo trato de no tener demasiado presente esta responsabilidad del documento. Trato de que la arquitectura sea una especie de telón de fondo para que la luz y la gente sucedan. El documento viene siendo un resultado de esta relación. Sobre el número de fotos, yo también tomo mucho, pero yo no quiero tomar las diez fotos perfectas, el tomar mucho es como una aproximación de prueba y error. Quiero generar esta relación de intimidad con el proyecto: subir, bajar, estar ahí, o allá. Entonces aunque suene muy cursi, cortejando al proyecto ¿no? Como ir entendiéndonos.
Sebastián: En ese sentido, a los fotógrafos de moda les pasa algo parecido, las primeras veinte fotos no sirven para nada, hasta generar una relación que el modelo. Creo que algo parecido nos pasa a nosotros. Hay una primera exploración y contacto, casi siempre las primeras fotos son las que no sirven mucho, a menos que haya el rayito de sol preciso, en ese momento. Pero generalmente uno va desarrollando y buscando el proyecto, este te va hablando.
Rafael: Yo estoy totalmente a favor de tomar analógico, con película y bajar la velocidad, pero al mismo tiempo aprovecho las ventajas que me puede dar el digital de hacer esta exploración sin los costos extras que significaría hacerlo en película.
Andrés: Al final cuando vas al proyecto, terminas fotografiando las sensaciones que este te genera. Mientras vas sintiendo y emocionándote con el proyecto, vas construyendo el reportaje. Y hay veces que te frustra porque ves la foto en tu cabeza, pero el lente no lo permite, te toca cambiar y volver a intentar, pero de eso se trata. A la final es editar y ver si lograste transmitir con la cámara lo que estabas sintiendo y mirando. Cuando eso pasa, salen las fotos ganadoras.
Rómulo: Me quedó una impresión, no lo había pensado antes, pero a partir de lo que ustedes dicen se me ocurre algo. Pienso que es como la música, que los fotógrafos son intérpretes de una composición. Una composición hecha por un arquitecto, en este caso. En la experiencia que cada uno va ganando, van construyendo un lenguaje propio. Es decir vas desechando lo que no es, y te vas quedando con lo tuyo. Entonces pasa con ustedes, que son grandes fotógrafos, que el cliente y el espectador empiezan a poder leer el lenguaje o la forma en que interpreta este músico-fotógrafo. Entonces el cliente te empieza a llamar porque le gusta como interpretas. Yendo más a las cosas concretas, creo que los cuatro hacen fotografía por encargo y hacen fotografía de proyectos personales ¿cierto? ¿Qué pasa cuando llega un arquitecto para encargarles un proyecto sobre una obra que nos les gusta nada?
Onnis: Me acordé de una frase de Charley Parker -con esto de la música- que dice: “aprende todo sobre cómo tocar tu instrumento, y luego olvídalo y tócalo como quieras”. Y creo que de eso se trata ¿no? Yo creo que al final somos profesionales y no tienes que tener un gusto por lo que fotografías, porque al final sí sabemos donde colocarnos, la búsqueda en mi caso es la misma, mi propia satisfacción. Yo lo que estoy viendo lo interpreto de una manera, como lo que decía ahorita Andrés, las fotos no se hacen en la mirilla de la cámara, se hacen en la imaginación y después las buscas con los medios que tienes, por eso está, a veces, la insatisfacción de no lograr la foto que está en tu imaginación. A veces tu equipo no te da. Por eso es irrelevante si es Nikon o Canon, porque la foto ya la tienes acá (en la cabeza), después encontrarás los medios que te proporcionen llegar lo más cercano a esa foto que tienes en la imaginación. Cuando me enfrento a una obra que no es de mi gusto, trato de no juzgarla, creo que eso sería lo principal. No juzgarla como buena o mala, sino ser un profesional, pues.
Rómulo: Esto vale para los cuatro, ¿has rechazado fotografiar una obra por las características de la obra o el arquitecto?
Onnis: No, pero debería hacerlo más seguido, jeje. Creo que en algún momento he pensado en ser más selectivo, pero por cuestiones de saturación de trabajo y porque tengo mis propios proyectos.
Rafael: Uy, bueno ya se me juntaron varias ideas. Yo creo que lo primero es duplicar el presupuesto al cliente como primer sistema de disuasión a ver si te rechazan, pero si no funciona pues toca ser profesionales. Regreso a esta idea de que si un proyecto es malo se puede sacar algo que inspire otra cosa, entonces yo creo que cuando me preguntabas cuál es el objetivo, para mí es ese. Lograr que algo con lo que yo no concuerde, encuadrarlo de tal manera que sea positivo, que inspire otra cosa más. Sí, he rechazado, pero tratando de ser lo más políticamente correcto y usando métodos disuasivos.
Sebastián: Nosotros como fotógrafos de arquitectura tenemos nuestro propio criterio arquitectónico. Yo tengo mis gustos y puedo, equivocadamente o no, apreciar una obra de arquitectura que para mi sea buena o mala, que me guste o no me guste, e incluso me atrevería a decir, que pueda tener potencial fotográfico o no. Puede haber obras malas que tienen potencial fotográfico, aunque yo no me siento identificado con esa obra, pero pueden salir bellas fotos. Tal vez esto que voy a decir no es políticamente correcto. Yo, por ejemplo, les envidio a ustedes, porque aquí en Ecuador hay muy buena arquitectura, pero no hay un volumen tan grande de buena arquitectura. Entonces no necesariamente todos los proyectos que hacemos son buena arquitectura. Eso no significa que no podamos hacer buenas fotos de esos proyectos. Pero sí creo que una buena obra hable más fácilmente y permite ser retratada de mejor manera, que una obra que no es tan buena. Yo siento, que en nuestro caso, todo el tiempo estamos tratando de sacarle el máximo provecho a las obras, retratándolas con la mejor luz, la mejor perspectiva y con el equipo adecuado. Como dice Rafael, uno a veces usa tácticas disuasivas, pero uno también vive de esto. Creo que somos profesionales y vivimos de esto, y en todos los proyectos si le pones empeño, salen bien. En los proyectos que a uno le gustan, es natural que haya más química y que uno se comprometa más.
Andrés: Creo que en los proyectos que no te gustan te vuelves más mentiroso, empiezas a ocultar los defectos, muestras la parte más bonita, pero al final tienes que ser profesional, y quizás te va a requerir mucho más esfuerzo sacar una buena foto, que de una arquitectura mucho más bonita o mejor conformada.
Onnis: Tengo una anécdota en este sentido, fui a fotografiar una casa que no había visto. Generalmente pido unas fotografías para tener una referencia y cotizar, pero en este caso no. Cuando llegué, era algo que a mí no me hubiera gustado. Así que inicié la sesión, de manera profesional. Pero en algún momento llegó la dueña de la casa, y estaba tan contenta con la casa, que en realidad fue una lección para mí, porque a la final es una apreciación, es una cuestión personal. El hecho de que ella esté contenta con su casa, creo que lo hacía un buen proyecto, a pesar de que yo pensara que fuera malo. Al final la arquitectura está hecha para quien la va a habitar. Mi opinión sale sobrando si la señora estaba contenta. Eso me dejo de lección, que a todos los proyectos les voy a entrar igual, sin juzgarlos.
Rómulo: Hay tantos temas que me parece importante topar, y por tema de tiempo voy a hacer dos preguntas a la vez. En el fotoperiodismo se trata de tomar el instante y no se permite ningún tipo de intervención en la fotografía. De hecho, si te encuentran que borraste alga, te descalifican. ¿Hasta dónde se permite en la fotografía de arquitectura borrar una humedad? La segunda, estoy pensando en lo que han dicho, y cuando hacemos crítica arquitectónica para nosotros es muy importante saber lo que el arquitecto quiso hacer y luego vemos si lo logró o no. Daniel Libeskind hace el Museo del Holocausto, hace un museo en donde no se exhibe nada, es decir que la propia arquitectura tiene que transmitir una cantidad de sensaciones, estrechando las paredes, levantándolas, haciendo que entre solamente un rayito de luz, el espectador vive el holocausto a través de esa arquitectura. El fotógrafo en ese caso, tendría que transmitir esa angustia, porque está haciendo una lectura de lo que el arquitecto quiso transmitir. Quiero saber ¿cómo lo enfrentan ustedes? Si el arquitecto me dice: he creado un proyecto increíble, con una iluminación fantástica, una ventilación formidable, y entonces llegan ustedes, y se encuentran que es estrechito y de techos bajitos. Ahí se encuentran frente a un dilema, porque ustedes con las herramientas que tienen pueden agarrar y hacer que -a través de la fotografía- uno viva el espacio súper amplio, o agarran y le dan más exposición al sensor y se vuelve clarito el espacio. ¿Cómo enfrentan eso?
Sebastián: Cuando he dado los talleres de fotografía de arquitectura lo primero que les digo a los estudiantes es que hay que tener claro el propósito con el cuál uno fotografía. Puede haber muchas intenciones, desde el fiscalizador de una obra que necesita hacer una foto de una fisura en el piso para adjuntar en un informe, donde no importa la luz, ni si la foto fue hecha con un celular. Creo que hay otras intenciones, como las fotos expuestas aquí, que son ensayos personales, donde se podría ser un poco menos prolijo técnicamente, pero si logras transmitir emociones, habrás conseguido tu propósito. Pueden haber hasta fotos movidas o con las líneas verticales no paralelas, que si es una propuesta autoral y logra transmitir lo que se propuso, no importa. El problema viene cuando es un trabajo comisionado y los clientes te dicen: quiero tener el mejor retrato de mi obra porque quiero ganar la próxima bienal y quiero que lo publiquen en las revistas más importantes del mundo y que salga en Trama. Para eso, necesito un nivel de técnica, prolijidad, manejo de luz, documentación, encuadre, etc. Ahí empieza la necesidad de tener la herramienta correcta, de esperar la luz correcta, y así. El rato que yo quiero hacer un proyecto personal todo vale, absolutamente todo vale. Simplemente es una visión propia, puedo borrar elementos o dejar las líneas distorsionadas o incluso, la foto puede estar desenfocada, mientras uno logre el objetivo, todo es correcto. Cuando uno tiene un proyecto comisionado, uno tiene unas delgadas líneas éticas; en Bicubik, con Andrés intentamos ponernos de acuerdo sobre qué se borra y hasta dónde se retoca. Yo creo que si a mí me comisionan para hacer el mejor retrato de esa obra y tengo un cable que me distrae la vista y este no fue pensado por el arquitecto yo no tengo problema en borrarlo. Puede ser que en otro caso yo quiera mostrar el contexto y los cables sean parte del entorno, entonces yo los dejo. Ahí hay que ver hasta qué punto se puede retocar o no. Si tengo una fisura pequeña en una pared, yo no tengo problema de retocarla, siempre y cuando mi objetivo sea que eso se vea bien, mientras uno no mienta la arquitectura esencial, ya si te dicen aquí ponle un segundo piso porque aquí iba a haber un segundo piso, ya es otro tema. Nosotros sí retocamos bastante y tratamos de satisfacer al cliente, siempre dentro de unos límites.
Rafael: Siempre es un tema espinoso. Entonces por esa pregunta yo te duplicaría el presupuesto, jeje. Para mí el gran poder que tiene la foto y la foto de arquitectura es la capacidad de síntesis de ideas que tiene. Ahora hay un gran crecimiento con el video, pero creo que la fotografía sigue siendo una herramienta muy poderosa porque en un instante es capaz de transmitirte una serie de ideas. Entonces siguiendo lo que dice Sebastián, si hay elementos ajenos al proyecto que ensucian demasiado esta idea, hay una libertad de decidir, para mí una línea que no cruzo, es si no estaba en la foto, no va a aparecer. ¿Por qué no ponemos un mejor cielo? No. Si no estaba ahí, no, no. Es más un trabajo de sustraer. Y depende del proyecto, hay unos, en que las cosas extras le vienen bien y hay otros, en los que te distraen de comunicar una idea. Sobre las expectativas de la arquitectura, yo con mis clientes conversamos sobre las intenciones que tenía de la obra, simplemente es una guía, pero no una limitante para hacer el proyecto. Hay muchas veces que yo llego a un proyecto en el que no me han dicho nada. Hay clientes que ya te empiezan a conocer, y ellos se despreocupan y te dan libertad. A mí me ha sorprendido con algunos clientes de Estados Unidos que son más corporativos, incluso empezábamos con un lista de ángulos, ya para el tercer o cuarto proyecto ni se preocupan de generar esas listas. Hasta que uno entra en libertad total. Si me dan esas listas, no entro a la defensiva pensando que quieren controlar mi trabajo. Les digo que yo voy a cumplir con todo esto, pero además voy a cumplir con otras cosas que yo estoy viendo y entienden el poder de la interpretación que puede tener uno de un proyecto.
Onnis: En mi caso sucede lo mismo, pero sucede desde la experiencia que uno tiene. También ahora yo ya tengo un portafolio para mostrar a un despacho o a los arquitectos que consideran que les viene bien mi trabajo, y hay esta libertad. Mis dinámicas de trabajo no permiten tener mucho diálogo, pero sobre todo prefiero evitarlo porque mi aproximación es muy de emoción, pues. Entonces prefiero evitar ir con una predisposición a buscar eso, prefiero tener el mínimo de información. Hay que tener información para cotizar, pero mientras menos sea, mejor. Ahora con más experiencia, mis clientes me tienen mucho más confianza. La mayoría de mis proyectos son carta blanca, y por ahí va el asunto. A mí lo de quitar y poner cosas no me va, a mí siempre me ha parecido que los proyectos están insertados en un contexto y si el contexto tiene cables, así es. Ayer mismo, que salimos por acá, no sé si recuerdan una casa que tenía un cable cruzado. Pues los proyectos deben estar hechos para donde van, entonces si hay un cable, pues componer con él. Me han pedido que quite y trato en una primera instancia de convencer que no hace falta, y que en ese contexto esté bien. Nuestras ciudades latinoamericanas están llenas de eso, y no se ve mal. Remito mucho a la fotografía de casas japonesas donde están los cables y no pasa nada. Sí hay grados dónde se puede mejorar, pero yo trato de ser lo menos manipulador posible. Tratando de convencer al cliente de que así es. Es un temor del arquitecto de perder el control cuando llegan los usuarios y colocan un cuadro que tú no crees que va, ahora empieza otro proceso arquitectónico que es continuo, no termina entregando la obra. Un poco lo que hago en mis proyectos personales, es capturar estos espacios que se pensaron de una forma, y con el paso del tiempo, se transformaron en otra cosa. No hay que tener miedo de enfrentarse al realidad del objeto arquitectónico en su contexto y de sus habitantes.
Rómulo: Para cerrar, me gustaría que dejen una refelxión final acerca de la práctica profesional, sobre todo a los jóvenes y cualquier cosa que quieran transmitir al público, que no hayamos abordado.
Sebastián: A veces es como difícil ser el primero en responder, cuando escuchas primero a los otros, vas hilando el pensamiento. Si tuviera que resumir un poco esta exposición y este conversatorio, tendría que decir que surgieron por una necesidad de tener espacios para dialogar, exhibir, y tener nexos entre los fotógrafos de arquitectura de Latinoamérica. Con Onnis nos encontramos en México hace poco y conversamos mucho sobre nuestra profesión. Fue una experiencia muy enriquecedora el conversar con otro colega que me cuente sus experiencias y saber cómo es la fotografía de arquitectura en México. A nosotros, aquí en Ecuador, se nos había hecho difícil tener ese diálogo. Hoy con las redes podemos estar más en contacto con lo que hacen otros fotógrafos, pero no habíamos podido dialogar. Creo que es importante que dentro de los círculos académicos se le de la importancia que se merece a la fotografía de arquitectura. La mayor parte de la arquitectura que conocemos es a través de las imágenes y existe un gran poder del que hablábamos. Es importante que empecemos a discutir sobre ese poder que hay en la imagen y en la representación arquitectónica. También es tema para otro conversatorio, reflexionar sobre la visualización 3D y la fotografía. Es importante generar estos espacios. Espero que este sea uno de los primeros conversatorios donde se reunan fotógrafos latinoamericanos. Creo que es importante que vayamos dejando un cierto legado y herramientas para las nuevas generaciones, y decirles que sí se puede vivir de la fotografía de arquitectura, que es una profesión como cualquier otra, que tiene sus especificidades y sus dificultades. También hay que enseñar a los más jóvenes que para ser un buen fotógrafo de arquitectura, se necesita de un recorrido, que tienes que invertir en equipo, invertir en educación, que la formación es constante y que no hay que regalar el trabajo. Hay que valorar lo que uno hace, y si esa va a ser tu fuente de vida y trabajo, hay que dignificarlo desde un principio y tomárselo en serio ¿no? Todos nosotros comenzamos con una pasión y fuimos aprendiendo, y uno se va desarrollando en camino. Los fotógrafos que estamos aquí sentados, tenemos de edades parecidas, y muchos nos estamos haciendo las mismas preguntas. Pero lo fundamental es darle la debida importancia a la fotografía de arquitectura.
Rafael: Antes de entrar en las conclusiones, quisiera agradecerles a Sebastián y Andrés por todo el trabajo que han hecho con esta exposición, independiente del material y el contenido, lo más importante es poder juntarnos y compartir experiencias. Al final nos volvemos una especie de ermitaños, porque estamos dentro de este mundo, donde estamos fotografiando y pasamos de un proyecto a otro, a otro y otro. Estas oportunidades de juntarnos y discutir son pocas. Es reconfortante ver que tenemos puntos en común tanto positivos como negativos. El vivir de la foto de arquitectura no es fácil, estamos en un momento en que estamos invadidos de imágenes y también parece muy fácil tener una pequeña imagen cuadrada que está dentro de un Instagram, y que se vea bien dentro de una pantalla pequeña, ya es un trabajo mucho más complejo el ir más allá de un filtro, de mover unas cuantas barras en la computadora y alterar un poco la imagen ¿no? Para hacer una fotografía arquitectónica de calidad, hay un nivel desde el punto de vista técnico, como del punto de vista de formación profesional. Yo doy alguna vez una charla sobre composición, y les digo, la única manera que uno aprende de composición es a través de ver otras composiciones, y los bombardeo con 200 composiciones, de manera consciente, y sobretodo inconsciente, uno vacía ese bagaje cultural a la hora de disparar una foto. Pues la única forma es a través de acumular un archivo mental inconsciente de imágenes ¿no? La recomendación es la formación y ver cosas, y ver cosas buenas.
Andrés: Como recomendación, yo les digo, que me siento muy afortunado de trabajar y vivir haciendo lo que realmente me apasiona. Lo que les diría es que busquen lo que les mueva el piso y háganlo con pasión. Una vez que uno hace con pasión las cosas los resultados se ven solos. Ahí está como uno debería desenvolverse en la vida. Haciendo lo que te gusta, ahí está la esencia. Los resultados van a venir por sí solos, luego.
Onnis: Yo suscribo, es que sí, en serio, realmente la arquitectura es apasionante, la fotografía es apasionante, yo les diría, esto ha sido un proceso de escucharme a mí mismo y sí hacerle caso a mi intuición. Yo ya era arquitecto, ya llevaba siete años trabajando y dejé todo por dedicarme a la fotografía de arquitectura, porque era el llamado. Pero seguí mi intuición mi pasión, y finalmente esto es un lenguaje increíble. No solo el hacer la fotografías, sino el verlas, en la medida en la que vas avanzando en el lenguaje, es como aprender un idioma. Desde escuchar ruidos, a que de repente por ahí ya entiendes una palabra, pero terminas escuchando ideas, escuchando gente. Es un poco lo que pasa con el Instagram y las redes, que lo empiezas a desechar un poco cuando logras entender el lenguaje: y empiezas a hablar y también a leerlo. Y finalmente es importante saber que nosotros formamos parte de un gremio. Esta idea de que cada vez se suma más gente al medio de la fotografía y al de la fotografía de arquitectura. Tener conciencia de que formamos parte de un gremio más amplio. Lo que estamos intentando hacer, es compartir encuentros y coincidencias entre fotógrafos latinoamericanos. Producción arquitectónica hay muchísima, hay para todos. Pero si formamos parte de un mismo gremio como colegas, más que competencia, a mí se me hace básico lo que está pasando, que es promover estos espacios. Es realmente increíble poder formar parte del gremio de la arquitectura y de la fotografía y poder topar con escritores, críticos, arquitectos, fotógrafos. Pero básicamente es lo que dice Andrés hacer lo que te gusta y hacerlo bien, finalmente se puede vivir bien de esto. Sigan su intuición.
Rómulo: Realmente que privilegio estar con estos grandísimos fotógrafos latinoamericanos. Tenemos que estudiar, hay que leer las fotografías de cada uno de ellos y dedicarles algunas horas para ver ciertas imágenes. Y estudiar, estudiar, estudiar. Muchas gracias